Parece tarea imposible lograr que un grueso segmento de los profesionales culinarios comprendan y apliquen adecuadamente ciertos conceptos de ciencias básicas, aunque se trate de conceptos enseñados en la educación secundaria, o antes. ¿Por qué esa confusión constante entre ósmosis, infusión, difusión, impregnación, absorción, etc.? ¿Por qué esa resistencia a asimilar unos procesos tan elementales? ¿Por qué ese empeño en maltratar nuestro idioma con una jerga tan errónea como innecesaria?
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