Hace tiempo, cuando entraba a trabajar a media mañana, y a veces saliendo a medianoche, solía ir todas las mañanas a un pinar cercano a mi casa y daba un paseo largo con Mina, un paseo de más de una hora. Allí me encontraba con frecuencia con un malamute y su dueño. Los perros jugaban y luego yo cogía el coche para volver a dejar a Mina en casa e irme a la redacción. Él montaba a Mushi en su coche y se iban juntos a trabajar. Lo hacía en una empresa en la que consentían que ambos compartieran despacho. No os imagináis la envidia que me daba.
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