Reverencial ciudad del amor, París no es exactamente la ciudad del Mejor Olor. Sucede que son miles de parisinos los que, cuando las necesidades fisiológicas lo imponen, orinan en cualquier esquina de la milenaria ciudad. Los turistas hacen lo propio. La circunstancia queda lejos de ser extraordinaria, y se replica en casi todas las grandes ciudades del planeta. Ahora bien, el singular flujo de turistas anuales que la capital francesa recibe hace del problema una urgencia...
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