A los vecinos más veteranos de Orcasitas les obsesionaban tres cosas cuando llegaron a Madrid a principios de los años 50: el barro, la piqueta y el váter. La arcilla expansiva les atrapaba, condicionaba sus proyectos y les traumatizaba, porque era la marca que les diferenciaba de los ricos. La lucha vecinal ha proporcionado al barrio servicios públicos, energía más barata y mejoras en los edificios
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