La compra de las esculturas de Gerardo Rueda entre 2004 y 2007 por parte del IVAM es un escándalo de dimensiones similares a las de las propias obras que, por lo visto, tenían la virtud de cambiar de tamaño y pasar de medir unos centímetros a superar los dos metros. A nadie le extraña este nuevo misterio que rodea la gestión de Consuelo Císcar en la institución, y en el que también está implicado José Luis Rueda, hijo adoptivo del pintor y escultor.
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