El 7 de febrero de 2006 un alto cargo del BBVA envió una circular a los directores de las oficinas. «Asunto: entradas Alhambra. Muy importante». Según la Policía, el monumento era un coladero manejado presuntamente por una red con contactos dentro y de fuera del recinto. Dos agentes infiltrados llegaron a comprobar cómo en menos de media hora podían acceder a la Alhambra un centenar de personas sin entrada.
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