No reúnen los requisitos de eficiencia energética que exige Europa y tendrán que rehabilitarse para obtener el certificado exigido para poder ser vendida o alquilada partir de 2030. Eso significa que en los próximos años, centenares de miles de viviendas deberán acometer obras de rehabilitación y reforma que mejoren su eficiencia energética. Porque saltar de una G a una D conlleva una inversión no menor, muchos propietarios de edificios ya con cierta antigüedad temen oír en cada junta de vecinos la palabra maldita: derrama.
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