Abdelhak Elhark, un marroquí de 42 años del barrio de Sant Salvador, en Tarragona, tiene grabado a sangre y fuego el primer fin de semana de agosto. Tras sufrir el sábado un accidente de tráfico, que dejó para la chatarra su utilitario y en el que resultó herido grave un amigo, el domingo impidió una catástrofe mayor. Apagó un incendio en un piso vecino, salvó a cuatro niños y a la madre y evitó que el inmueble saltara por los aires al sacar dos bombonas de butano.
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