Es un símbolo para el Opus Dei, la niña de los ojos de Escrivá de Balaguer. Cuando tenía dos años, Escrivá fue llevado por sus padres a la ermita de Torreciudad para agradecer la curación de una grave enfermedad. Esa visita determinó de alguna manera para el fundador de la Obra que aquel lugar debía ser suyo. El 7 de julio 1975, dos semanas después de su muerte, abría las puertas un nuevo santuario gestionado por el Opus. Hasta ahora.
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