Cuando los jueces se dedican a hacer política y los políticos les secundan, pasan estas cosas, que nos ridiculizan ante el resto del mundo. Y es que la declaración de nulidad de la “doctrina Parot” por parte de la Gran Sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos es una consecuencia directa de no haberse respetado el principio de legalidad, lo que supone una quiebra del Estado de Derecho.
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