La técnica, disponible en breve en Suecia y Corea del Sur tras una década de pruebas y controversia, puede no gustar a muchos por muy 'verde' que sea. El cadáver es súper congelado con nitrógeno líquido y agitado hasta que se convierte en polvo. Los metales pesados como el mercurio se filtran de las partículas del cuerpo cristalizado y son enterrados en recipientes biodegradables que nutren el suelo dónde un arbol o planta conmemora al difunto.
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