El Generalísimo la impuso en 1947 para esconder la dramática caída de los salarios y el encarecimiento del nivel de vida, y se mantuvo con la Constitución de 1978 hasta nuestros días, «La magnitud de la caída de los salarios provocada por el primer franquismo no tuvo parangón en Europa. Llegó a poner en peligro la propia subsistencia biológica de la fuerza de trabajo, al tiempo que afectaba muy negativamente al ritmo e intensidad del trabajo fabril», aseguraba el economista Jordi Catalán en el libro «La autarquía: tiempo de hambre y de miseria»
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