George Orwell predijo el uso de la información como tiranía. Aldous Huxley, mucho más ingenioso, anunció que la tiranía se impondría mediante el placer exacerbado de la diversión informativa sin límites. Pero en todo caso, la tiranía del placer, o la del dolor, llegarían sin letra: la era de Gutemberg había terminado. La proliferación misma de la información nos invita a pensar que estamos supremamente bien informados, sin necesidad de un esfuerzo añadido de nuestra parte. La información nos llega. No necesitamos buscarla. Mucho menos crearla.
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