Con sólo acceder a Internet, tenemos a nuestra disposición datos de todo tipo y en cualquier formato. Respuestas a un click de distancia. Pero, ¿es acaso este fácil acceso a cualquier tipo de pregunta la causa por la que la gente sea cada vez menos curiosa? Quizás la acusación no sea nueva. Con la llegada de la televisión, se acusó a las nuevas generaciones de tener menos imaginación que la que se había formado únicamente con libros. La manera de pensar se adaptó al lenguaje de las imágenes.
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