Mientras discutíamos de si Madrid o Barcelona, de si las cañas se toman en la barra o en la mesa, el capitalismo volvió a irrumpir a bofetadas en nuestras tertulias. La cuestión inmobiliaria va ganando terreno al debate sobre la atonía cultural de la ciudad, el tedio político o el éxodo a Madrid. La dura realidad se impone. El libre mercado ha llegado al alquiler, a nuestro alquiler.
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