El caso es que se convocó a los ingenieros del país para que diseñaran ese algo rompedor y que igualara o superara la extraña pero triunfadora torre del francés Alexandre Gustave Eiffel, que pese a las reticencias iniciales había triunfado hasta el punto de que París decidió conservarla en vez de desmontarla, como estaba previsto originalmente. De entre todos ellos se llevó el gato al agua el joven George Washington Gale Ferris.
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