La tasa de estudiantes gitanos que cursan Bachillerato ha caído del 6,3% al 3,8% en la última década. Si en 2011 acudía a clase un 49% de los chavales y chavalas romaníes, en 2022 el porcentaje ha caído siete puntos. La brecha de fracaso escolar –los estudiantes que no terminan la educación obligatoria– entre la población general y los chicos y chicas gitanos es descomunal: alcanza el 62,4% frente al 4% global
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