La siguiente escena tiene lugar en el salón de actos de una universidad cualquiera de los Estados Unidos hoy. Aunque la sala está abarrotada, los protagonistas absolutos son dos: el conferenciante (un hombre de 34 años) y una chica del público haciendo uso del turno de preguntas en régimen de monopolio. Más que preguntar, su propósito nada oculto es cuestionar la idea central de la conferencia: que el sexo y el género de las personas no son moldeables.
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