El de mayo de 1977, José María Bultó almorzaba en casa de su hermana, sita en la calle Muntaner. Unos supuestos operarios de la compañía de gas llamaron al timbre y accedieron al domicilio, llevándose a punta de pistola al presidente de la química Cros SA a una habitación, donde le endosaron una bomba, pequeña como una tableta de chocolate, en el pecho. Solo podría quitársela, recibiendo las correspondientes instrucciones, cuando les pagara 500 millones de las antiguas pesetas.
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