No siento ninguna simpatía hacia los mal llamados agricultores que protagonizan tractoradas estos días en diversos lugares de la geografía europea, en defensa de un sector cuya desaparición y/o transformación es imprescindible para la viabilidad del planeta. Son la patronal, no trabajadores por cuenta ajena. En la agroindustria de los países desarrollados, el agricultor clásico ha desaparecido, dando paso a dos únicas categorías: empresarios agrícolas y obreros agrícolas. Es por ello que, de simpatizar con alguien, sería con los obreros
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