Durante el larguísimo prolegómeno que está habiendo a la huelga general, mucho se ha estado moviendo en su contra, un poquito a su favor. Lo que llama la atención es que el debate casi nunca está centrado en el contenido de la reforma laboral, de si está justificada o cómo habría que hacer las cosas. En lugar del mensaje, el debate se ha centrado en el mensajero. Los argumentos frecuentes van desde su papel inadecuado hasta la corrupción. Sobre liberados y sobre subvenciones. Pero nunca sobre el texto contra el que va dirigida la protesta.
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