Recapitulando, ¿por qué mentimos? Porque a veces nos viene bien, porque probablemente no nos van a cazar y porque podemos convivir sin problemas con pequeñas dosis de deshonestidad propia. No mentimos más porque, en general, no nos hace falta, ya que con la verdad solemos conseguir nuestros fines, y porque la mentira pondría en riesgo nuestro autoconcepto.
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