Un día más me ha vuelto a ocurrir. En la playa nudista de Vera he de contar con que al menos dos o tres hombres, olisqueando como chuchos hambrientos, se me van a insinuar, a sentar al lado, a preguntarme tonterías, a masturbarse, a fastidiarme las vacaciones, hablando en plata. Aquí prácticamente solo hay jubilados y mirones. Vale, estoy exagerando, también vienen algunas familias y parejas hetero y gay, con lo cual no está mal del todo. Digamos que es una playa abierta, pero como no abundan las mujeres jóvenes y solas, pues parece...
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