«El silencio, ya no de los futbolistas, sino entre los deportistas, ha sido mayoritario. La reprobación social, el odio que recibirán en redes, la presión de las marcas que los patrocinan aconsejan que no abran la boca. Pero no son las opiniones políticas, así en general, las que se están penalizando, sino las progresistas en particular. Las que alertan o se preocupan por el auge del neofascismo. Todo vale y se señala a los disidentes como elementos peligrosos. Que chuten, que salten, que corran, que aceleren, que hagan piruetas, pero que no se
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