"No hables con desconocidos, no les des un beso, no dejes que te toquen, no aceptes ningún regalo, no te acerques ni te vayas con nadie que no sepas quién es". Estos consejos son los que las familias dan a sus hijos e hijas, temerosos de que alguien desconocido y cruel les haga daño y les agreda sexualmente. Sin embargo, el monstruo está cerca. De hecho, en demasiadas ocasiones, está en la misma casa o en una que se visita con frecuencia. Y ante una situación que la familia ni tan siquiera llega a imaginar, nadie advierte.
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