Las batallas ideológicas son inaplazables y, aunque se vaya huyendo de ellas, te salen de detrás de las espaldas como jorobas. Yo pensaba que después de Porto Alegre y de los sucesivos Foros Sociales, de la caída del Muro y, más recientemente, del 15M, habríamos aprendido que para que las luchas contra las élites, los de arriba, sean asumidas por los ciudadanos, la organización y el conocimiento deben tener un carácter horizontal y profundamente democrático. Pero a la primera de cambio renunciamos a la mayor: “ni dioses, ni reyes, ni tribunos”
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