"Los trabajadores estadounidenses han sufrido mucho desde diciembre de 2001, cuando China entró en la OMC y un culto a la globalización extrema empezó a apoderarse de la mayor parte de la profesión económica y de la dirección política. Sin duda, el afán de las empresas occidentales por maximizar sus beneficios mediante la externalización de la producción a China y otros países ha sacado de la pobreza a millones de personas en el mundo emergente. Pero ha empobrecido a gran parte de la mano de obra estadounidense a expensas del capital"
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