Todo el mundo es consciente de la proliferación de negocios oportunistas en épocas de crisis. Gente que, observando el panorama que asola a la población, decide probar suerte montando un negocio que intente solventar una carencia o problematica de nueva índole. El problema de eso, es que muchos empresarios con los escrúpulos oscilando entre la inconsistencia y la inexistencia, llegan a "vender humo" a sus clientes. O, incluso, a vender mierda.
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