Los empresarios del turismo y la hostelería han reiterado en los últimos tiempos quejas por la escasez de personal y por una supuesta falta de vocaciones en el sector. Pero sus quejas esconden a menudo una cara b que los trabajadores denuncian: jornadas interminables, nocturnidades que no se pagan, sueldos recortados a base de no cotizar todas las horas trabajadas y una precariedad generalizada. Y en el caso de Cataluña, además, un convenio colectivo que venció en 2019.
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