Manuel Constanza tiene junto a su hermano unas 600 ovejas colmenareñas (raza autóctona de Madrid) en su explotación ganadera de San Agustín de Guadalix. Aunque su principal mercado es vender los corderos lechales que cría a restaurantes y comercios, tiene desde hace años un problema añadido: no puede vender la lana que obtiene tras esquilar a sus animales. “Es verdad que no es una lana de buena calidad, pero hace pocos años al menos la colocaba y ahora nadie la quiere. Aunque pague yo el transporte. Aunque la regale. Es imposible.
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