(...) En una piscina hay casi siempre un equilibrio perfecto de todas las edades del hombre. Es muy conocida la entrada de Franz Kafka en su diario del 2 de agosto de 1914: «Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Tarde, escuela de natación», pero lo es menos esta de 1911: «Todo el tiempo que ha pasado, y en el cual no he escrito ni una sola palabra, ha sido para mí tan importante porque, en las escuelas de natación de Praga, Königsaal y Czernoschitz, he dejado de avergonzarme de mi cuerpo». Nadar es una escuela de vida sin igual.
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