Que nadie se sorprenda: si EE. UU. nada objeta al nacionalismo criminal de la Ucrania de hoy, es porque lleva décadas siendo su promotor. Conscientes e informados de lo que alimentaban, los servicios secretos estadounidenses no han escatimado medios y tácticas para lograr sus fines. De financiar grupos armados a animar la publicación de libros que tergiversan la historia, pasando por promover según qué matrimonios… Para EE.UU., el neonazismo ucraniano no es una vergüenza. Es un triunfo.
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