En el apoyo brindado a Mohamed Said Badaoui subyace también el empeño en recordar que el Estado español es represor no solo con el nacionalismo catalán, sino con otras minorías como la inmigración musulmana. Se olvida así del trato que la Generalitat y otras administraciones catalanas deparan, a veces, a ese colectivo. Barcelona es, por ejemplo, la única gran ciudad europea que carece de una gran mezquita. En Cataluña, los oratorios musulmanes son, en la práctica, disuadidos de instalarse en el casco urbano y acaban marginados en los polígonos.
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