En el caso de Julio Anguita no lo pudimos demostrar, y se reían de nuestra imaginación literaria. Estábamos locos, delirábamos. Pero Julio recibía una presión por tierra mar y cielo con fuerza de infarto, con fuerza de tres infartos, para ser más específicos. El problema de Julio (del PCE y de IU) no era otro que haber dado la impresión de que podía crear hegemonía a la hora de marcar una alternativa al bipartidismo y a la España atada y bien atada del Caudillo, que desarrollaba una democracia formal higiénica y apacible
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