Es de esas cosas que pasan en Barcelona y que, aun siendo estrictamente legales, sorprenden. La protagonista es Maria del Carmen Vidal, propietaria del centenario comercio Curtidos Pinós, en el Raval. Harta de encontrar pintarrajeada la persiana de su tienda, contacta con un grafitero y acuerdan que le decore la persiana. Ella lo llevaba en la cabeza hacía tiempo y cuando...
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