En Lennik, Bélgica, una mujer intoxicada por el alcohol y las drogas, encerró a sus tres hijas y les prendió fuego, después llamó por teléfono a su esposo para que escuchara los gritos de las niñas. La mujer, de 35 años de edad, le decía a su esposo a través del teléfono: “Puedo escuchar sus gritos, pero no voy a hacer nada para salvarlas”.
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