La mujer de Ignacio González, Lourdes Cavero, consiguió un suculento puesto en la CEOE cuando abandonó tras 26 años su trabajo en la patronal eléctrica Unesa. Tan suculento, que según la documentación aportada por Hacienda al Juzgado de Instrucción número X de Estepona, cobraba por él 112.000 brutos al año por representar ante Bruselas los intereses de los empresarios españoles.
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