Beth Trubridge, de 87 años, perdió la visión de su ojo derecho a los 15 y vivió las siguientes 7 décadas con visión parcial. Su ceguera fue causada por una toxoplasmosis, una infección parasitaria, adquirida con el contacto con animals (sobre todo gatos). Su hija, Jane Stanford la llevó recientemente al oftalmólogo, Nick Evans, que descubrió una catarata previamente no diagnosticada, la intervino y Beth recuperó la vista.
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