“Lo que estamos viendo este año es que muchos de los pinos que mueren ahora lo hacen por el calor y la sequía de 2022”, explica Baqué. Las coníferas aguantan bien el arreón cálido esquivando la muerte a corto plazo. Se mantienen verdes pero el daño queda hecho. “Pueden mostrar los síntomas del estrés hídrico meses o incluso años después de que se acabe este periodo”. Y ahora están muriendo en diferido.
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