...con lo que no contaba el amigo de lo ajeno era con que la oquedad por la que pretendía bajar hasta el salón del chalé no era, precisamente, de su talla. Tanto fue así que, a poco de iniciar el descenso, el hombre notó que comenzaba a quedar atrapado en el hueco, por lo que decidió desistir de su intento y emprendió las maniobras precisas para poder regresar al exterior. Sin embargo, la presión resultó ser tal que, por muchos intentos que hizo, lo más que apareció por la boca de la chimenea fue una mano y parte del antebrazo.
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