Murió como un perro porque pese a los esfuerzos de Maite y sus hermanas, Ana y Rebeca, Moulay padecía dolores horribles, sangrados y continuas epistasis sin más medicamentos para calmarlos que Tramadoll y Nolotil. Desde el pasado junio los campamentos de refugiados saharauis no reciben, entre otros medicamentos, ni Adolonta ni morfina. ¿Podríamos imaginarnos a un enfermo terminal de cáncer haciéndole frente al dolor sin más medicación que un mísero Nolotil?
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