Si la altísima fiscalidad resulta inaceptable para quien desea iniciar un proyecto empresarial ideológico, ¿por qué, en cambio, debemos reputarla aceptable para quien desea iniciar un proyecto empresarial no ideológico? ¿Acaso los únicos fines vitales legítimos son los estrictamente políticos? ¿No puede una persona vivir una vida plena siendo un buen y virtuoso comerciante de ropa, medicinas, tuberías, tornillos, hamburguesas o cemento? No hay razón fundada para justificar una baja fiscalidad en unos casos y un expolio tributario en otros.
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