Sucedió en el verano de 1936. La guerra civil había estallado y el fotógrafo Antoni Campañá hacía unas fotos para La Vanguardia en la calle Hospital cuando vio a una miliciana con una bandera de la CNT. En un instante montó una escenografía, con la casa del Paraguas al fondo, y de pronto apareció un chico joven en tono amenazador, al que tuvo que explicar que intentaba mostrar la heroicidad de los obreros catalanes ante el golpe de estado. No solo lo convenció a él, sino que esta foto, que formaba parte de una serie, se convirtió en un icono.
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