Resulta fácil entender por qué los comentarios en torno a Miss Hokusai se centran en su recuperación de la figura de Katsushika Oei, la tercera hija de uno de los principales pintores del periodo Edo, cuya figura artística se vio empequeñecida por dos aspectos de los que nunca pudo escapar: ser mujer y ser hija de Hokusai. Pero esa necesaria recuperación de la figura de Oei puede ocultar el verdadero valor de un manga que funciona en coordenadas muy alejadas de la mera biografía y que consigue ir pintando un fresco fascinante del XIX en Japón.
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