John Barnett tenía uno de esos jefes que parecían pasar la mayor parte de sus horas de vigilia maquinando para infligirle humillaciones. Se burlaba de él en las reuniones semanales cada vez que se atrevía a aportar una idea, encargaba a un compañero que le espiara y difundiera rumores de que no se llevaba bien con los demás, y le disciplinaba por cosas como "usar el correo electrónico para comunicarse" y presionar para que se arreglaran los defectos que encontraba en los aviones. Traducción realizada con la
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