(...)Lo acontecido desde que estallara el escándalo de corrupción de Iñaki Urdangarin, que ha afectado de lleno a la propia hija del Rey, Cristina, y por extensión a toda la Familia Real, es de sobra conocido y está descrito con audacia y libertad en Internet. Nada se ha dicho, en cambio, de la responsabilidad contraída por los distintos gobiernos a la hora de hacer dejación de sus responsabilidades en la vigilancia de determinados comportamientos nada ejemplares del Monarca en estas décadas.
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