Miguel Ángel Ortega se plantó aquel día tras ver sobre el plato el enésimo filete de pollo crudo. A partir de entonces, cada vez que la comida no estuviera en buenas condiciones habría una protesta en el comedor. “Consiste en ponernos de pie, los que podamos, hasta que retiren el alimento servido, tomando asiento de nuevo para recibir el segundo plato. Al día siguiente, en la mesa había otra vez garbanzos duros. “La gente me miró. Un compañero se levantó, se acercó y me preguntó en bajito: ¿qué hacemos?”
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