Millones de creyentes se levantaron ayer para exigir la dimisión inmediata de Yavé por su incapacidad manifiesta para curar a enfermos terminales de cáncer y evitar todo tipo de calamidades. Horas después del levantamiento popular, el propio Yavé anunció reformas desde su residencia habitual en paradero desconocido. Sin embargo, aseguró que no dejaría su puesto para evitar el caos y la anarquía. La negativa de Yavé a abandonar el poder sólo ha logrado inflamar las protestas de los fieles que han sido especialmente virulentas en Roma.
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