Azotados por dos crisis económicas y con serias dificultades para acceder a una vivienda, para algunos jóvenes adultos el discurso de la solidaridad intergeneracional hace agua, sobre todo cuando queda atravesado por la clase y ven que, en algunos casos, además de recibir una pensión máxima, el jubilado cobra alquileres de segundas o terceras propiedades, viaja a precios reducidos con el Imserso y coge el transporte público casi gratis.
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