"Son animales. Son inhumanos. Tienen una sed de sangre como no he visto nunca", ha lamentado Ekram Ahmet, integrante del éxodo kurdo, que consiguió escapar de la ciudad hace seis días con su mujer y sus cinco hijos. "Tienen un montón de pastillas", ha explicado Ahmet. "Se pasan todo el día tomándolas. Se ponen agitados y se desesperan por castigar a los niños a la mínima que hagan", ha añadido.El uso de las drogas se está extendiendo tanto entre los milicianos como entre los propios civiles -las pastillas se pueden conseguir por cinco dólares..
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